El árbol de las Hespérides
Quizá uno de los mitos más claros de
Géminis sea el tercer trabajo de Hércules en el que el héroe debe encontrar el
árbol de las Hespérides, pasando por cinco pruebas muy significativas.
Hércules inicialmente se dirige al
norte, muy seguro de sí mismo y no escucha las palabras del sabio Nereo que se
le presenta en repetidas ocasiones y le dice “La verdad está en ti mismo y en
esta verdad encontrarás tu poder”, pero Hércules aunque es hábil con la palabra
no entiende a Nereo y se va por otro camino.
Seguidamente se encamina hacia el sur y en el lugar de la oscuridad
continúa su búsqueda y en este camino encuentra a la serpiente Anteo con la que
lucha repetidas veces sin conseguir vencerla hasta que se acuerda de que siendo
niño mató a una serpiente que se metió en su cuna y levantándola del suelo con
las dos manos puede dominarla. Hércules
se dirige ahora hacia el oeste y encuentra en este camino a Busiris, el gran
engañador, que conducía a los hombres al error a través de las palabras y su
aparente sabiduría.
Busiris le dice que es el único poseedor
de la verdad y que todos los hombres deberían seguirle.
Hércules le obedece y se olvida de su
trabajo y así su fuerza se fue debilitando hasta que Busiris lo ata a un altar y lo deja allí
durante un año. Al cabo de ese tiempo
Hércules se acuerda de las palabras de Nereo y rompe sus ataduras atando al
falso maestro en su lugar.
Sigue entonces su camino hacia el este,
con mucha más sabiduría, el tiempo que ha pasado en el altar le ha enseñado
mucho y entonces ve a Prometeo encadenado a una roca sufriendo terriblemente y
que un buitre picotea su hígado, matándolo así lentamente. Hércules se compadece y rompe las cadenas
cuidándolo hasta que se recupera de sus heridas.
Entonces se pone nuevamente en camino
sin saber hacia dónde dirigirse y se encuentra a un peregrino que le indica que
volviendo por sus propios pasos encontrará el árbol y al girarse lo ve pero
nuevamente es retenido por un sentimiento de profunda pena al ver a Altas
tambaleándose ya que lleva el mundo a sus espaldas.
Hércules olvida su búsqueda y ayuda al
gigante quitándole la carga de los hombros de tal manera que el mundo rueda y
cae y ambos se ven libres.
Delante de él aparece el árbol de las
Hespérides, las manzanas del amor, que era la búsqueda inicial, realizando así
el trabajo encomendado.
Géminis se encuentra siempre en este
complicado viaje tomando caminos erróneos que le desvían de su trabajo inicial.
En este signo uno desatiende la llamada
de su maestro interior, en el norte, simbolizada por Nereo y aunque lo intenta
no puede dominar sus instintos. En el
sur, la serpiente Anteo, hasta que recuerda lo que ya sabía en su
infancia. Todos conocemos el perder el
norte y la equivocación, así como el volver a la infancia para recordar y
deshacer las decisiones neuróticas que nos condicionan toda la vida.
Es interesante destacar también la
relación literal de los cuatro puntos cardinales con cuatro formas culturales
distintas.
En el norte hay sabiduría, en el sur
instinto primario, en el oeste el gran engaño de la razón y en el este el
sufrimiento y la compasión.
En el oeste donde Géminis se siente más
atrapado, la atadura de la razón, el falso maestro que nos ata a una realidad
negativa y precaria. En el este Géminis
aprende el sentido del amor y la compasión, la aceptación de uno mismo
necesaria para no seguir buscando inútilmente.
Y finalmente después de caminar en las
cuatro direcciones la compasión se vuelve a hacer evidente con Atlas como algo
a remarcar en este signo.
En Géminis suelen darse las polaridades
que hemos visto en la mayoría de los mitos, a veces incluso de una forma literal,
hay un hermano bueno al que los padres quieren y otro malo que es despreciado
por toda la familia. Los nativos de este
signo suelen identificarse con uno o con otro.
La dualidad está siempre presente en Géminis,
el lado luminoso y el lado oscuro, en definitiva las dos caras de la misma
moneda, el salvador y el traidor, el constructor y el destructor. Incluso los cuentos de hadas están
impregnados de este mito, Blancanieves y la Reina, Cenicienta y sus hermanas
por ejemplo.
En Géminis uno sabe que tiene una parte
humana y una parte divina y se siente condenado a vivir alternativamente en la
oscuridad y en la claridad por cualquier pelea trivial interna. En Géminis todo es especialmente polar y se
suele estar o bien en un lado o bien en el otro.
Otro aspecto típico Geminiano es el no
atender a su parte sensible y despreciarla desde su parta activa, cuando esta
es la que más puede ayudarle a resolver sus conflictos.
Géminis se enfrenta siempre con esta
tremenda dualidad ya sea evidenciada por su interior o proyectada externamente
en un hermano, una pareja, un trabajo etc. Y es preciso que vea que la
diferencia no es tan importante.
Géminis para evitar el enfrentamiento
con su lado oscuro, busca intelectualmente la salida, sin saber que entrar en
él es lo que le libera del laberinto de sus razones.
En Géminis debe darse un despertar de la
conciencia ya que sus preguntas no tienen respuesta, lo odiado siempre es parte
de uno mismo.
Vivir es estar en continuo proceso y
aquí la lección es la comprensión del ritmo oscilante de las experiencias, de
los diferentes caminos, una lección de unidad más que de diversidad que solo se
consigue a través de un cambio de nivel, de la lógica a la emoción.
Jesús necesitaba a Judas para llevar a
cabo su destino y en este signo es primordial aceptar esta traición del lado
oscuro para llegar al conocimiento.
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