Hércules y la cierva.
El mito de los trabajos de Hércules
correspondiente a Cáncer es el de la captura de una cierva sagrada con astas de
oro que Artemisa, la diosa de la Luna, y su hermano Apolo, el hijo del Sol,
disputaban entre sí.
Hércules tardó un año en la captura, ya
que la cierva era muy astuta y evasiva, además de que siendo un animal sagrado
no debía hacerle ningún daño, hasta que finalmente la hirió en una pata y la
pudo capturar. Después la cuidó hasta
que se restableció de su herida y la llevó al templo.
Este relato resulta tremendamente
críptico, ya que su significado no es evidente como en los signos anteriores,
pero lo que podemos destacar es la lucha antes mencionada entre los elementos
masculino y femenino, simbolizados por Artemisa y Apolo, así como la necesidad
de herir a la cierva aunque esto no fuera permitido.
Cáncer suele encontrarse con esta
dualidad de formas que reclamen cada una su parte, lo femenino consciente y lo
femenino inconsciente y es el lado masculino el que debe equilibrar la
cuestión. Parece como si en Cáncer
tuviera que transmutarse la parte posesiva y agresiva del instinto hacia el
lado instintivo y equilibrado.
La transgresión de la norma de no herir
a la cierva nos indica que a veces en Cáncer hay que ir más allá de lo
permitido para solucionar el conflicto.
En ocasiones, uno tiene que sentirse traidor para llegar al conocimiento
y cumplir el propio destino, como se ve en el mito de Aquiles. Es el cruce tan necesario del umbral
emocional para ser un individuo completo.
El sentido de posesión es fuerte en
Cáncer y debe trascenderse accediendo a la sensibilidad sutil que tiene en su
interior. El animal perseguido en este
mito es el ciervo, que simboliza la cualidad del alma opuesta a la agresividad,
la cualidad de la gracia y la sutileza.
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